sábado, 5 de marzo de 2011

Y hasta hoy...

Ya hace más de un año que no paso por aquí… Cómo pasa el tiempo, madre. Quería volver a escribir antes de que pasara uno, pero como las cosas van de mal en peor, tenía fe en que ocurriera algo bueno que contar. Lamentablemente parece que no es así. Así que voy a contar un poco cómo está el percal, ahora que estoy más o menos “normal”.

Empezaré con lo único bueno y destacable, aunque sólo me trae disgustos y problemas, pero bueno, supongo que no es “tan” malo. Resulta que mis padres llevaban buscando un piso desde hacía un par de años y finalmente encontraron uno que les convenció a muy buen precio. Así que antes de fin de año (30 de diciembre) estaba comprado, así cuenta para desgravar, porque este año ya na de na. Qué bien, ¿no? Pues no para mí. Los principales problemas son mi pareja y mis padres. Quizá no hace falta que cuente más, porque todo se puede deducir, pero por dar detalles seguiré un poco más. Entiendo que no le hiciera gracia vivir en un piso que no fuera suyo y que tampoco estuviera financiado por mí (hasta que encuentre trabajo, claro). Finalmente, accedió, y entiendo el esfuerzo que supone (y más ahora). Había que hacer reforma de cocina y baño (que por cierto, están quedando muy bien), y yo no quería que se hicieran hasta que acabara la carrera, para contar en todo lo que había y poder dejar las preocupaciones académicas de lado.

Haré un inciso para contar que tengo 2 asignaturas y me centré en aprobar una para pedir que me compensaran la otra, aunque tampoco dejé ésta de lado. Finalmente saqué un 4’3, y tuve una “oportunidad” de aprobar, o eso pensaba porque aparentemente nunca existió. Lo mejor es que mi examen está casi todo bien hecho, pero no escrito con el rigor necesario. Así que sé hacer todo, pero no escribirlo y por eso tengo que perder cuatro meses más en mi vida ¡Yuju! La otra, bueno, con sólo decir que no aprobó nadie es suficiente.

Estando así las cosas, mi madre me dice un día que el comienzo de las obras es inminente. Y yo pensé: “Gracias por tener mi opinión en cuenta”, por lo de esperar a que acabe. Así que tuve que mirar azulejos de un día para otro, elegir diseños… un estrés total.

A esto se suma el cabreo de mi pareja, por querer tener algo de voz en el asunto. Ante esta situación me dio un ultimátum: o se lo decía a mis padres en una semana o se acabó. Es cierto que yo quería decírselo, pero me hubiera gustado no tener preocupaciones académicas (insisto). Finalmente se lo dije a mi madre y parecía que se lo había tomado bien. Al día siguiente se lo contó a mi padre y no se lo tomó tan bien; al contrario. Y mi madre empezó a no tomárselo tan bien. Y las cosas están así: mi padre ni me habla ni me mira a la cara y mi madre un día me dijo que era una vergüenza. La verdad: es MUY duro pasar de una relación excelente a esto. Al menos hablé con mis tíos y ellos sí se lo han tomado bien y me apoyan. Me vino bien recibir una buena noticia.

Y más del piso, pero algo bueno. El fin de semana pasado era el día sin IVA en el Saturn, así que ya tengo la cocina equipada ahorrándome una pasta. Y mi cafetera piccolo, que sí, es una gilipollez como se encargan de recordarme, pero cada vez más trato de aferrarme a estas gilipolleces para tratar de estar bien un poco. Eso sí, cada vez que veo un mínimo desperfecto o algo que no está hecho según lo previsto, sufro por cómo se lo tomará mi pareja; además de las discusiones por la colocación de los muebles y demás.

Y nada, llevo 3 semanas de clase en las que obviamente no me centro. A veces me cuesta simplemente no llorar y no estoy seguro de que lo consiga siempre. El día que mi madre me dijo que era una vergüenza estuve llorando todo el trayecto del metro hasta la universidad. Y fui a clase y todo, sí señor. Estuve pensando alguna gilipollez de las mías por el camino y supongo que eso influye un poco más. Esta vez lo que me devolvió a la Tierra fue pensar en mi abuelo, después en Reborn (que está muy interesante últimamente), y luego en que tengo una oportunidad más en junio de acabar, conseguir un trabajo y ver un poquito de luz en mi vida. De todas formas es algo que no termino de descartar, sintiéndolo mucho.

Con mi pareja, supongo que las cosas están bien. Hombre, podrían estar mejor, pero no puedo pedir más, ¿no? Supongo que es difícil aguantarme en esta situación. Tampoco quiero decir más que no estoy bien porque sé que la respuesta será: ¿”Hasta cuándo te va a durar esto?”. Ya la he recibido 2 o 3 veces y me hace sentir mucho peor. No sé si habría algo que me hiciera sentir mejor, pero tampoco quiero esperar nada, porque insisto que según están las cosas, seguramente no lo merezco. Además cada vez recojo menos, limpio menos… No me apetece. Y seguramente con el “yo me lo guiso, yo me lo como” estaría peor. Supongo que tengo que hacer más las cosas por mí. Si algún día me vuelvo a sentir con derecho a exigir algo, lo haré. Al menos cuando vivamos en mi casa, aportaré algo. Pero sí que tengo que empezar a pensar más en mí mismo, aunque no sea al 100%, a ver si al menos así me valoro un poco más. A veces hasta me arrepiento de pensar más en los demás que en mí mismo, y nunca me había pasado. ¿Será una evolución?

También he de decir que lo que dice una amiga mía es cierto, al menos en parte. Ella siempre dice que una vez mintió a su madre y desde entonces no le cree nada. En mi caso hubo un malentendido y una información que yo desconocía. Desde que lo sé, no puedo decir que no me crea las cosas, pero si ocurre algo, hay una pequeña parte de mí que desconfía. No creo que me pase como a la madre de mi amiga y supongo que con tiempo se me acabará olvidando, pero de momento está ahí.

Y nada, así están las cosas: mal. Quizá en junio pueda decir que soy licenciado, y unos meses después que tengo un trabajo en el que pagan una mierda, pero me podré comprar mis frikaditas, ponerlas en mi cuarto y ser “feliz”. Qué raro suena eso ahora mismo. Pero es cierto que el tema económico me preocupa. Tengo algo de dinerillo ahorrado (poco) para comprarme comics o figurillas y nunca me decido a qué hacer con ello. De todas formas le debo a mi pareja 150€ y creo que se lo pagaré un día de estos y así al menos dejo de pensar, porque dudo que un par de figurillas o de comics me hagan más feliz. Y con lo que me sobra, me daré algún capricho esporádico, y otra cosa menos de la que preocuparme.

No sé muy bien qué título ponerle, ni qué canción añadir. Así que por esta vez lo dejaré así, en plan rancio. Seguiremos informando (espero).