Entender el amor

Una vez más me vengo a mi rinconcito a desahogarme un poco. Los exámenes me atacan de nuevo... o tal vez sea la causa principal, entre otras. Esta mañana me he despertado con una pesadilla muy desagradable y que me ha resultado muy real. En ella me hacían mucho daño, no físicamente, justo donde más me dolía y, como casi siempre, me lo buscaba yo mismo. No ha sido un buen comienzo del día, y menos teniendo que estudiar asignaturas que ya no sé cómo coger y para cuyos exámenes auguro un futuro nefasto.
Todas estas cosas y mi forma de vivir los últimos meses me hacen sentirme muy débil. Débil para estudiar, débil para vivir, débil para querer... quizá las tres cosas que más me preocupan, en orden ascendente. Y sé que me queda mucho por hacer y mucho por mejorar, pero no encuentro el punto de partida. Y cada vez me siento más pequeño y rodeado de gente enorme. Conozco esa sensación, la he tenido cada vez que he conocido a un grupo de gente nueva, en el que he acabado integrándome y en el que me he acabado sintiendo igual de grande que ellos. Pero la gente que me rodea se va haciendo más grande o lo intenta. A mí me pasa al contrario: cada vez voy un poco más a peor. Hace tiempo reestablecí mis prioridades y desde entonces me la he jugado mucho por la gente a la que quiero, proporcionalmente al cariño que le tenga a esa persona. Aprendí que lo más probable es que no fuera correspondido cuando lo necesitara, pero no quise perder la fe en la gente. Más bien, no pude, porque si lo hacía se me terminarían de caer los pocos valores en los que sigo creyendo. Pensé que sería suficientemente fuerte como para soportar todo lo que se me viniera encima en este aspecto, sin tener que recurrir de nuevo a aislarme y emparanoyarme. No creo que me equivocara del todo, pero tampoco creo que tuviera toda la razón.
Y el ahora, que es lo que más me importa, no tengo muy claro cómo lo veo. Veo que me van a quedar asignaturas para el año que viene y que es probable que no pueda organizármelas bien; que tengo que empezar a currar y aunque me apetece mucho, no sé cómo lo compaginaré con lo que tenga que estudiar; y que necesito un poco más de tiempo para que las cosas se normalicen, principalmente mi corazón. No va por camino, pero estas situaciones siempre me inquietan y al fin y al cabo es mejor no forzar nada. Quizá es mejor pasar por esto. Antes tenía la sensación de que había algo que iba a tener siempre, y lo perdí. Y el querer recuperar esa sensación después de lo vivido quizá sea el mayor problema. O quizá el mayor problema sean simplemente los exámenes.

En fin, que después de desahogarme aquí y de volver a ver a mis padres, me siento mejor. Quizá debería borrar este momento paranoia, pero como yo lo valgo, aquí se quedará, si no lo borro. Podría haber llamado o escrito a alguien para desahogarme, pero me apetecía tener mi momento personal, y sé que sería una molestia para unos cuantos. Así que aquí me quedo.
Y para ponerle el toque musical, me quedo con esta canción, que es mi favorita de Mónica Naranjo, que viene a cuento, que me encanta el estribillo y que rememoré ayer viendo actuaciones de Edurne en OT. Y como tampoco le he puesto título a esto, se queda con ese.